Es tiempo de reusar y reutilizar a todos los niveles, también en cuanto a prendas se refiere.
Cada vez son más las tiendas de segunda mano, las marcas que recogen prendas usadas y la importancia que tiene dar una mayor vida a la ropa.
Una tendencia que puede llegar incluso hasta el vestido de novia, aunque pensemos que no. De hecho, cada vez son más las que lo hacen, como podemos ver no solo en las revistas con personajes conocidos, sino novias “reales”, como podemos ver en Instagram. Un ejemplo que seguro que os suena a muchas fue el de Laura Corsini, empresaria de la firma de moda Bimani, que para su gran día lució vestido de novia atemporal, que llevó su abuela en 1958. ¿Qué os parece?
Y es que cada vez son más las que se decantan por dar una segunda vida al vestido de novia de su madre, abuela o de esa persona especial que se casó hace años, y que era muy importante. O simplemente lució un vestido único del que nos enamoramos en su día y ahora queremos lucir nosotras.
Sin duda, una apuesta ideal para aquellas novias que buscan dar un mayor simbolismo (si cabe) a su traje de novia, teniendo un guiño ese día.
Los motivos y argumentos pueden ser muchos y variados. Como decía, la novia puede querer dar una segunda vida a esa prenda que solo se lució una vez, o reducir costes en su enlace, optando por vestido ya creado. También puede ser por intereses vinculados con la sostenibilidad y la preservación del medio ambiente, al no querer que se inviertan recursos en la creación de esta pieza.
Pero, sin duda, para muchas el principal motivo es el simbolismo que tiene el poder vestirse con el mismo vestido que lo hizo uno de sus antepasados, sobre todo, si a ellas ese vestido les dio suerte en el matrimonio. ¡Suerte llama a suerte, dicen! Sea como sea, estos vestidos tienen historia.
Como sabemos que es una tendencia que ha llegado para quedarse, os queremos dar algunos pequeños consejos, que esperamos os sirvan de utilidad:
- Optar por un vestido así si el diseño es atemporal y queréis que vuestra imagen con él sobreviva al paso del tiempo.
- No hay nada peor que no ir segura -y menos ese día tan especial- por lo que, si no te sientes bien con ese vestido, opta por otro. ¡No te sientas forzada ni obligada a hacerlo!
- No pienses que por tener ese vestido ahí, los márgenes de tiempo con los que tienes que contar sean menores. Nada más lejos de la realidad. Deberás probártelo con tiempo, seguro que necesitas arreglos y ajustes, y casi seguro que también debáis lavarlo o arreglarlo.
- Quizá para las chicas de nuestra generación sea incluso más factible inspirarnos en los vestidos de nuestras abuelas que en los de nuestras madres, ya que los vestidos de los años 20 y 30 eran mucho más sencillos y atemporales de lo que fueron en los 80 y 90. Como siempre decimos, no hay nada peor que disfrazarse ese día.
¿Qué os parece esta tendencia? ¿Os veis con ella?